Creo en dios!
Todos queremos ver la luz en medio de esta inmensa oscuridad teñida de rojo en la que estamos sumergidos, estamos seguros de que la luz no se ha fundido si no que nos hemos resistido a verla abriendo los ojos al miedo, impotencia, intolerancia, violencia, nuestro propósito es ayudarnos a dejar de ver esa oscuridad y enfocarnos en la luz que aun esta ahí."
Todos queremos ver la luz en medio de esta inmensa oscuridad teñida de rojo en la que estamos sumergidos, estamos seguros de que la luz no se ha fundido si no que nos hemos resistido a verla abriendo los ojos al miedo, impotencia, intolerancia, violencia, nuestro propósito es ayudarnos a dejar de ver esa oscuridad y enfocarnos en la luz que aun esta ahí."
“Creo en dios, pero él, no cree en mi”
F.M. Dostoievski
Mis avernos internos me están haciendo cenizas||siento que me consumo y cantan mis vísceras… como los leños… pero el canto de los leños sólo las llamas azules| sólo las llamas verdes perciben su dolorosa sacralidad su sacrificio||y mi canto| en este infierno no puede ser oído por Dios en este sitio me siento sola terriblemente sola mis fuerzas se quedaron atadas a un ancla hundida en lo más abyecto de mi alma y nado entre mis tinieblas hasta reconocer mi centro.
Yaya.
“¿Pero qué vamos a hacer hija? No tenemos razón de ella Como si la tierra se la hubiera tragado”
La Abuela.
Esta es la síntesis del hombre moderno… la criatura que ha olvidado la periferia de su ombligo, un miserable fantasma que deambula por la tierra sin recordar, a ciencia cierta cuál es la pena que purga. La humanidad extravió todo rastro de su conexión con Lo Divino… olvido, paulatina, pero tajantemente a qué punto lo aproximaba su cordón umbilical, hundiéndose abruptamente en abismos de virtualidad, de poder, opresión, violencia, abuso, cólera, venganza, mentira, ignorancia, miseria, pobreza… hasta resumirse en el magnicidad de toda su especie. Empero, nosotros, somos los huesos y la carne que aún retienen su ombligo seco en una cajita… somos la sangre que derraman nuestros hermanos los perdidos; somos los gritos de nuestras hermanas violadas, violentadas, asesinadas; somos el hambre y la sed de nuestros hermanos los pobres; la curiosidad y la pregunta de nuestros hermanos sin educación; somos el órgano extraviado de aquellos que fueron despojados de fragmentos de su propio cuerpo; somos el sudor y el cansancio de los poco asalariados, de los que padecen la explotación; somos la carencia de los que sufren el desempleo; la impotencia de aquellos que sufren discriminación; el llanto de todos nuestros niños; la desesperación de todos los secuestrados; la sombra de nuestros hermanos ausentes; somos las fuerzas moribundas y la fe nostálgica en Dios que queda a la humanidad. Somos aquellos restos a los cuales los Dioses soplaron sus olores en el rostro, para que así no olvidásemos El Culto, El Sacrificio, El Amor por lo Sagrado –La Tierra, La Semilla, El Agua, El Sol, Nuestros Hermanos Animales, Nuestros Hermanos, Los Hombres-.
¿CUAL ES EL MAPA QUE TRAZAMOS PARA EL MUNDO?



